domingo, 10 de enero de 2010

Es un momento difícil,
lo sabes,
sabes que por más que sigas
queriendo escapar de todo,
te van a volver a encontrar
y, zalameros,
sin que te des cuenta,
te volverán a destinar
a tu jaula inmunda,
donde pierdes la vida
a cada minuto que muere
en el reloj,
donde observas el mundo
de fuera
a través de unos barrotes
que has construido con
tus propias e innobles manos.

Es una cárcel de sentimientos
no encontrados,
una cárcel de soledad y miseria,
de palabras como dardos
envenenados,
que se clavan en tu carne
y te hacen sangrar,
y sudar,
y gritar de dolor,
un dolor que te mereces y
has buscado aun sin saberlo.
Y recuerdas esos tiempos
en que creías ser feliz,
y ciertamente lo eras;
la vida era más fácil,
porque así tú lo querías.

Todo está basado
en lo que decides,
o no,
hacer;
la indecisión es tu cárcel,
tu jaula inmunda,
el saco roto donde
han ido a parar tus sueños,
el agujero negro donde
se han perdido tus sentimientos.

Hasta el cuello de basura
y sigues queriendo más,
estás hambriento, joder,
hambriento de tu propia mierda,
y lleno a reventar,
obeso de excesos,
me pides que te rescate,
que te lance una mano amiga
y hagamos fuerzas para salir
de allí.

No quieres salir de allí;
admítelo.

1 comentario:

  1. Aveces por mucha ayuda que le podamos prestar,si la persona no quiere es imposible.

    besos buen texto

    ResponderEliminar