jueves, 7 de octubre de 2010

La ciudad se me escapa de las manos,
la dejo marchar, entre luces y sombras,
almas y vidas que pasean las calles
sin tener siquiera dónde ir.

A veces añoro la calma sorda
que acompaña una carretera larga,
extraño la niebla que mis ojos
nunca han visto, ni mis huesos sentido.
Quisiera perderme en ella,
camuflarme bajo una lluvia de
nubes negras y bajas,
y recorrerla sin rumbo.

Pero sé que no va conmigo,
y con desánimo observo que me miras
a lo lejos, con tu media sonrisa,
y no me dejas ir.

5 comentarios:

  1. ¡Precioso! ¿Sabes lo que más me gusta de ti? Que no te hacen falta muchas palabras para expresar lo que quieres decir y me encanta, ¡eres unico en eso! :)

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  2. Extrañeza y añoranza caminan junto a nosotros. En ocasiones, una es más fuerte que la otra, haciéndonos desear caminos que en otro momento despreciaríamos. Afortunadamente, contamos con un gesto, una persona, lugar o sentimiento al cual aferrarnos...

    Saludos!

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  3. sí, son míos, Elia ;)

    gracias a las 3 :)

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  4. Gracias por encontrarme y seguirme, así he conseguido dar contigo. Me encantan tus textos, como juegas con las palabras.

    Nos iremos viendo en futuras entradas, te sigo.


    Besos grandes y que tengas un buen día.

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