se llevaron nuestra memoria,
y echamos a suertes nuestras vidas
durante los minutos que duró
el delirio que inventamos.
Perdí el control de mi cuerpo,
salí por la puerta de atrás
para olvidar a ese tipo
intrascendente
en que me he convertido.
Y te quise, te quise
en ese momento,
apareciste en el lugar
equivocado y nos metimos
cien mil chutes de pasión,
agotando las miradas
y palabras entrecortadas,
al abrigo de la música
que nos envolvía.
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