lunes, 22 de agosto de 2011

A veces despierto, sobresaltado,
en los rincones de la noche,
preguntándome dónde estoy.
Y me asusta la soledad
que desprenden estas paredes,
que ni la luz de la luna
consigue borrar.

Te escribo entonces,
a lápiz y papel,
esos sueños en los que cada noche
eres la actriz protagonista,
con la melancolía de saber
que nunca me leerás,
tú, perdida en tus mundos
que te alejan de mí.

Hace meses que no lloro,
ya no recuerdo el sabor de una lágrima,
la paz de tu fino hombro,
el amargo de un beso
que te reconcilia con la vida.
¿Pero qué lágrimas puedo dejar caer,
qué razones para hacerlo,
si no eres más que un deseo,
escondido tras las palabras
que te pido cada noche,
esas que nunca llegan?

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