miércoles, 16 de mayo de 2012

Camino bajo este cielo calmo,
que despierta un día nuevo
en este incesante ir y venir
de momentos aislados
en que se ha convertido mi vida.
Al abrazo de la brisa salada
compongo mis pensamientos,
que arden, fugaces como llamas
sobre papeles mojados;
llegan a mí palabras que
siempre quise decir, y no,
arenas movedizas que nunca
tuve la decencia de atravesar.
Son recuerdos, pasados imperfectos.
Pasados, marchitos, agónicos;
que las musas me abandonen
si alguna vez quiero sumirme en ellos.
Mi sombra es una más
en este desfile albóreo,
desapercibida entre las palmeras
que adornan el paisaje marino.

Silban las gaviotas tempranas
mientras el agua engulle mis pies;
mi alma mecida por el viento
respira, como la primera vez,
como quien vuelve a la vida
cuando ya la creía perdida.
La levedad de un momento
que ya no existe;
recojo mis pasos con la sonrisa
más grande y luminosa
que nadie me ha visto jamás.

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