Quiero escribirte como te hablaría.
Y contarte en susurros, en tu cama, tú desnuda,
que echo de menos las noches en que todo empezó,
cuando eras para mí un libro extraño, intrigante,
nuevo, un mundo infinito de posibilidades.
Contarte que qué bonitos los comienzos,
qué raro el no conocer tu voz,
no asociar esa voz tuya a tu rostro de ángel,
por más que ya te conociera de pasada.
Me gustan los redescubrimientos.
Me gusta pensar en que todo es inesperado,
lo bueno y lo malo;
me gusta pensar que sólo semanas antes
de que todo empezara,
sentía curiosidad por tus maneras exóticas.
Eras libre, feliz como un pájaro,
te recuerdo violenta como un polvo salvaje,
magnética y asustada, fuerte y poderosa.
Que mi timidez me matara y no saber decirte nada,
en aquel concierto que vimos sin cruzar apenas palabra.
Me gusta pensar que sólo semanas después de aquello,
te asusté momentáneamente con mis amenazas
sobre el muñeco de nieve, para luego querer llorar
del placer de verte sonreír y acercar tu cara a la mía.
Puentes, noches, colores blancos, luces.
Quiero volver, aun en recuerdo, a los paseos en el río,
a los tanteos del uno al otro,
sin saber muy bien qué decir,
pero diciendo exactamente lo que queríamos decir.
Bajar la guardia sin saber muy bien por qué,
quizás eras sólo tú, rubia como el sol,
sin más explicación que ésa.
Y quiero decirte que cuánto echo de menos
las primeras miradas, separados por una mesa
y un par de cervezas, expectantes y muertos de curiosidad.
Los momentos de silencio necesario.
Líneas en el suelo gris. Monumentos,
y besos pedidos en silencio, besos perdidos.
Besos encontrados después de descubrir
que 1999 fue un buen año, aunque no lo supiera antes.
Frío, mucho frío, punto de congelación,
pero arder por dentro y por fuera en tu abrazo,
querer sumergirme y ahogarme en tus labios cortados,
ganas y miedo de morir, vivir lo que fuera, pero allí,
en ningún otro sitio o momento.
Leer las líneas de tus hombros como en braille,
tentar a la suerte y descender, y ver en tus ojos
la súplica muda y la tentación suprema que nos era negada
por alguien a quien entonces, en ese preciso momento,
detestaba y aborrecía.
Portales a falta de pisos en el centro.
Puertas rotas y bocas insaciables.
Quiero contarte que nunca fue más bonita Murcia desde las alturas,
que ninguna palabra haría justicia al brillo de tus ojos
reflejando la tierra que piso ahora.
Recuerdo tu casa y su olor;
me encanta el hecho de asociar olores con momentos, lugares, personas.
Y tu olor, el de tu vida, era absolutamente inédito para mí.
Y el olor de tu piel después de dormir,
el olor del aire de tu pueblo mientras esperaba
a que me abrieras la puerta.
Y pensarte me hace querer morder,
me hace querer esconderme contigo debajo de tus sábanas en B&N,
y reír al contar las veces.
Una, o cuatro. Y más, siempre más.
Y el mono que siempre miraba, el muy cabrón.
Quiero decirte que nunca tuve suficiente con mis fotos de ti,
que hubiera inmortalizado hasta aquella sonrisa tuya al cruzarnos
en el pasillo de aquella sala medio vacía,
cuando no sabía ni tu nombre.
La playa y los días grises,
aparcamientos inclinados y tú oculta detrás de unas gafas de sol.
Pisar la arena, oler el mar, mirar atrás y verte, esa sensación.
Los viajes de vuelta, o de ida, con el sol ya bajo,
tu mano en mi cuello y la mía en tu muslo,
paz y música, o gritos y risas incontrolables en mitad de la noche,
y el ridículo estaba de más como siempre lo había estado contigo.
Me gusta Marzo y sus momentos inclasificables,
me gustan los sanatorios abandonados y las fotos oscuras,
las voces y la duda y excitación de hacerlo.
El lugar más extraño. Uno menos en la lista.
Recuerdo los domingos (como algo superior).
Las conversaciones precedidas de miradas o mi mano en tu cara,
o viceversa, o todo a la vez.
Y quiero hablarte como te estoy escribiendo.
Y volver a contarte en susurros, en tu cama, tú desnuda,
que quiero volvértelo a hacer, detener el tiempo sólo unos días,
que lo malo está y estará ahí pero se puede esconder donde quepa,
y así buscarte de nuevo, escucharte de nuevo
y traerte de vuelta, traernos de vuelta.