En mitad de la fiesta,
celebrando mi recién
adquirida vejez,
corría el vino
y el buen comer,
todos me saludaban,
sonreían ante mí,
me dedicaban
cariñosas palabras,
y yo sonreía,
pero sin ganas.
En cada esquina
buscaba tus ojos
de color verde claro,
buscaba tu sonrisa,
tu aroma en la brisa,
los rizos de tu pelo...
pero nada encontraba.
Y yo sonreía,
pero sin ganas.
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