jueves, 13 de agosto de 2009

Breathe


Tarde de martes de un caluroso junio. Dos personas sentadas en una larguísima fila de asientos azules e incómodos. Recuerdo el momento en que llegamos allí; lo recuerdo como si hubiera ocurrido hace tan sólo cinco minutos: subimos las escaleras, casi cerrando los ojos, para hacer más emocionante el momento de encontrarnos con él... y ahí estaba. Ahí estaba, sin más.

Lo había visto ochenta y tres millones de veces antes, pero para mí era como la primera vez. Hermoso, imponente, colorido... grande. Grande; sí, esa es la palabra. Cuando llegas allí y ves eso, creo que no hay otra palabra que se te venga más rápido a la mente que ésa: "grande". Enorme, descomunal... ver para creer.

Y ahí estábamos, sentados, esperando el momento. Viendo la tarde caer. Conforme iba pasando el tiempo, más y más gente venía a acompañarnos en nuestro momento de reflexión. No conocíamos a ninguno de los que se nos cruzaban en el camino, pero para mí eran como hermanos, hermanos de espíritu. Al fin y al cabo, todos estábamos allí por lo mismo.

Y la tarde caía, y caía. El sol iluminaba cada vez menos y de manera oblicua el lugar, y en el cielo se diluían preciosos colores azules y naranjas. Pese a ser nuestro momento de reflexión, casi todos lo vivíamos hablando, más por nerviosismo e inquietud que por el simple hecho de hablar. Y el lugar se convirtió en una suave pero creciente olla de emociones. La gente reía, reía sin parar; muchos se movían de un lado para otro, saludando a otros, comentando, hablando; pero había otros, observé, que empezaron (empezamos) a callar, a prepararnos para el Momento. Ya apenas se observaba el reflejo del sol sobre nuestros asientos, y el cielo se iba tornando más y más en un reluciente violeta.

Ya casi es de noche; el ambiente se ha tornado eufórico, contenido pero lleno de energía, a punto y deseosa de salir a la luz.

Luces fuera; energía incontrolable; rugido atronador.

Sing yourself on down the street, sing yourself right off your feet, sing yourself away from victory and from defeat... sing yourself with fife and drum, sing yourself to overcome, the thought that someone's lost and someone else has won...

No podía creerlo: allí estaban. Delante de mí; algo lejanos, pero allí, allí estaban. Cuatro años, cuatro largos años esperando ese momento... y estaban allí.

Definitivamente, sólo por estos pequeños (y a la vez tan sumamente grandes) momentos, merece la pena vivir en este mundo de mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario