martes, 20 de octubre de 2009

Gritos, gritos en la noche.
Aullidos que rasgan el velo
de la oscuridad.
El carmín de tus labios
se desliza por la pared,
como sangre.
El crujido de las sábanas
te revienta los tímpanos,
y gritas,
hasta que te quedas sin voz.
Y tus puños golpean el suelo
y de tus manos brotan
todos los miedos
que guardaste una vez.
Me acerco a ti, y te toco,
sintiendo en mis dedos
la energía que te posee.
Y te derrumbas, extasiada,
y yo tan sólo
puedo quedarme quieto...
mirándote.

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