lunes, 23 de noviembre de 2009

Dormía con el murmullo del coche.
En la radio sonaba, a volumen bajo,
una canción de los Smiths.
Sin abrir los ojos supe que
todavía era de noche,
aunque el negro del cielo
era cada vez menos oscuro,
y al este empezaba ya
a despuntar el alba.

Con los ojos cerrados,
sentí el tacto del viento
a través de las ventanas entornadas,
y tú te acurrucaste despacio
en mi hombro,
con frío en el cuerpo;
te rodeé los hombros con el brazo,
y nos dormimos una vez más.

Cuando volví a abrir los ojos,
ya no estábamos a oscuras,
pero todavía no era de día,
y bajo la luz gris del amanecer,
todo parecía un sueño a tu lado.

Cuando sonaron los primeros acordes
del "Born to run" de Springsteen,
subí el volumen de la radio,
y me dejé llevar.
Con cara de sueño, me lanzaste una mirada
que no supe cómo interpretar,
pero te volviste a dormir pronto.

No recuerdo bien cuándo,
empecé a divisar Madrid;
era tal y como lo recordaba,
de cuando era crío:
como una isla en medio del mar,
acechada por una tormenta de polución,
ahí estaba Madrid,
esperándonos, sin prisa ninguna.

Y mientras, tú dormías...

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