domingo, 27 de diciembre de 2009

Escribo desde algún lugar oscuro de mi mente,
estoy aturdido, semiinconsciente,
espero una señal,
¿hay alguien vivo ahí fuera?
Despierta, dice una voz;
quiero despertar.
Entreabro los ojos
y sólo veo sombras que se mueven,
de izquierda a derecha,
de izquierda a derecha,
como a contraluz.
Siento que me levantan en brazos,
me elevo con movimientos bruscos,
fuertes vaivenes que me mecen...
yo no sé qué está pasando.
Y me dispongo a decir algo,
pero este muro es impenetrable,
mis palabras no salen de aquí,
no llegan a ningún lugar.
¡Quiero decir que estoy bien,
por favor, sé arreglármelas solo!
Pero sigo sin poder conseguir
romper esta pared,
de una patada, a cabezazos,
para que el mundo me escuche,
para que oiga mis palabras.

Y lo único que recuerdo
es una luz cegadora,
el maullido de un gato
y el amargo sabor de una noche de resaca.

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