martes, 29 de diciembre de 2009

Un grito. Como una punzada en el cerebro.
"Ya estamos", piensas.
Y te tapas los oídos para no oír,
y aprietas,
pero oyes igual.
Gritos, gritos, y más gritos,
no sabes qué dicen,
pero se meten en la cabeza
y ésta te comienza a dar vueltas.
No puedes concentrarte,
y te pones nerviosa,
se te van las palabras por la boca.
"Relájate", te dices a ti misma.
Oyes golpes en la habitación de al lado;
alguien grita, desesperada...
y más golpes, y más gritos,
y más dolor, y más llantos.

Y tú ahí, con las manos en los oídos...

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