viernes, 22 de enero de 2010

Amanece, y la banda sonora
de este nuevo día
es el sonido de las
ruedas del tren
girando en las vías.

Te despiertas apoyada
en el cristal,
el traqueteo del vagón
ha sido como un somnífero
toda la noche,
relajante, sereno;
lo necesitabas como el agua.

Sin equipaje,
todo lo que te acompaña
es un discreto bolso
en el que guardas
las cuatro cosas necesarias
para la vida:
papel, bolígrafo, pasaporte
y dinero.

El paisaje cambia a cada momento,
nada permanece,
y todo se desvanece tras
cada recodo del camino;
cierras los ojos y
te entregas al sueño.

No hay límites,
no hay tiempo,
porque tienes toda tu vida
delante de ti
y nada te une al mundo
que has dejado atrás...

Eres como esos paisajes
que observas a través de la ventana,
eres sólo una persona
entre millones,
con una vida que estrenar
en cada estación,
sin pasado, sin futuro,
voluntaria prisionera
de un presente incierto
y excitante.

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