lunes, 15 de febrero de 2010

Gotas de agua,
gotas de lluvia que caen,
una a una,
sobre un tejado de pizarra.
La brisa ligera cambia
el curso de su caída,
y parece que el mundo
se inclinara,
como un barco
en medio de la tempestad.

Un cielo de un gris uniforme,
permanente, monótono,
un lienzo de nubes
que oculta el horizonte,
y pinta de tristeza
los paisajes tras tu ventana.

Y en tus ojos se reflejan
las nubes,
miras arriba y la lluvia
te acaricia la cara;
"vámonos de aquí,
lejos,
ahora que nadie mira",
pienso,
mientras me observas
con tu mirada serena.

Pero es más fácil rendirse,
dejarse arrastrar por el agua,
como quien flota en un río
o en el mar,
un mar opaco y gris
como tu vida.

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