miércoles, 10 de marzo de 2010

El frío de la calle

Se evaporan las palabras antes de salir entre tus labios, como el humo de un cigarro. Se vuelven libres, invisibles, y se pierden entre el gentío de esta fría calle.
No puedo concentrarme cuando te miro a los ojos, ¿pero qué más da? Perdemos el tiempo en gilipolleces sin sentido; déjame descansar por un momento, sólo por un momento, y miraré tus ojos verdes, sin pensar en nada. Prometido.
Mucha, demasiada gente y tan poco que decir. ¿Qué decir, en realidad? Sólo lo que sientas de verdad; te puedes vender, de hecho lo harás, más de lo que piensas. Es así. La vida es así.
Tienes miedo de algo y no sabes qué es. Y quieres gritar, y no te sale la voz. Será el frío de la calle, sabía que algo tenía que fallar aquí. Y no sé qué es.
No puedo esperar toda la vida, ni puedo hacerte esperar para la eternidad. O tú o yo. O nadie. Y seguiremos igual.
Las manos temblorosas, el trazo azul de las palabras que te escribo se desgarra cada dos por tres. Falta calor en esta habitación; aquí faltas tú.

1 comentario:

  1. Le sobra calor a ese corazón de poeta que tienes. Déjalo que hable por ti, y escribe. Un abrazo.

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