Nunca me había sentido tan solo
ni tan jodidamente infeliz
como en el momento
en que te fuiste,
con un par de besos
y promesas vacías,
desapareciendo tras la esquina
de una calle sin nombre,
como en un sueño,
oculta bajo la bruma
del alcohol.
Y ya no puedo dejar de pensar
en tus ojos verdes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario