domingo, 25 de abril de 2010

Como mis dedos deslizándose
por los trastes de mi guitarra,
recuerdo la línea de tu cuello,
y el vello erizado en tu nuca.

Como un rasgueo salvaje
de un acorde menor,
recuerdo tu boca mordiendo
mis labios, tu dulce saliva.

Como el tacto metálico
de las cuerdas,
recuerdo el frío ardiente
de tus ojos verdes.

Grítame al oído,
destroza mis tímpanos
con tu brutal gemido;
quiero sentir que existes,
quiero creer que nada ha sido
un sueño.

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