domingo, 25 de abril de 2010

Las calles que te ven caminar
se apagan a nuestro paso;
la luz no sirve aquí,
porque sólo sabemos avanzar
a tientas, a ciegas,
aun con los ojos abiertos.

No hay árbol ni sombra
bajo los cuales detenerse
un solo momento,
no hay tiempo para pensar
ni mirar atrás;
tan sólo queda seguir adelante,
porque las paredes
de esta calle son altas,
y allí detrás, donde lo dejamos todo,
sólo hay oscuridad.

La luna se esconde en el cielo,
no nos quiere ni ver,
o quizás está oculta y a salvo,
donde nadie la pueda ver,
planeando formas de hacer
de noches como éstas
mundos enteros,
donde estos muros no existen,
y ante nosotros se extiende
un mar tan azul, tan vivo,
como aquel que siempre
te gusta recordar.

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