Escribo para ti,
aunque no me escuches
y finjas querer adivinar
la cara oculta de la luna,
perdida entre el humo
de nuestros cigarros;
mi cuaderno de notas
descansa en la mesa,
cerrado e impasible,
mientras las palabras
cruzan el aire grisáceo
y se mezclan con él.
Demasiada gente,
cuando tú sola me bastas;
dame la mano y
vámonos de aquí,
no hace falta ir lejos,
cualquier lugar es mejor.
Acaricio absorto tu pierna,
conjurando a mis musas,
imaginando historias
que contarte todos estos días,
cuando el sol apriete
y ahogue nuestras miradas.
No puedo dejar de leerte.
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