lunes, 19 de julio de 2010

La tarde se hace eterna
entre sombras chinas
y películas malas;
llaman al teléfono mil veces,
y no quiero cogerlo,
quizá seas tú.

Bajamos a la playa temprano,
el sol sigue alto en el cielo;
tal vez el agua esté fría,
o haya piedras en el fondo,
pero no me apetece
comprobarlo.

Hablamos un rato
acerca de ésta o aquella,
sin demasiado interés en nada ni nadie,
divagando por la superficie
de las cosas,
en la arena.

Miro el horizonte de edificios bajos
y, sin quererlo,
me pregunto dónde estás,
y me vuelvo a maldecir
por caer de nuevo
en tu trampa.

...

La noche llega con suspiros
y una brisa veraniega,
brillantes las estrellas
alejan por un momento
a mi mente
de mis problemas, de ti.

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