martes, 10 de agosto de 2010

Recorremos estos caminos desconocidos,
inmersos en los detalles que acontecen
a ambos lados de la carretera,
la vida que se adivina
tras la bruma del calor de agosto.
Yo y mi música, me dices siempre;
y esbozo una sonrisa al verte
apoyada contra la ventanilla,
mirándome a escondidas;
el lado oscuro de la luna se apodera
de nuestras mentes por un rato.
Te diría que no fumaras tanto,
pero, cariño, me da mucha pereza
decirte nada ahora, y en el fondo
sé que me gusta tanto como a ti.

A lo lejos queda el mar, vestido de verde,
pero la carretera es larga,
y las prisas las dejé en casa
junto con la rutina de los días,
que nunca jamás volverá.

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