jueves, 21 de abril de 2011

Callas, cuando la calle se esfuma
entre la niebla y el frío;
callan las voces, súbitamente,
calla el susurro del viento
en los árboles altos del parque,
sumiéndonos en lagunas
y silencios profundos y negros.

Me acaricias el rostro,
tu dedo acompaña la lágrima
que desciende por mi mejilla,
siento terror ante lo que pueda
ser o dejar de ser,
soledad, tu simple ausencia.

Rozas mi cuello con tus labios,
tus manos y mi cuerpo
se camuflan a ojos inexpertos,
agua, saliva, sal,
un orgasmo o quizá mil,
tu melancólica sonrisa.

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