lunes, 25 de julio de 2011

El eco que no te despierta
me hace pensar en lo que no volverá,
en todo lo que quedó atrapado
en el mundo de lo onírico;
mi alma tras cien castillos de cristal,
contempla tu devenir pausado, angustiada,
te ve caer con sonoridad
sobre el horizonte,
dejando recuerdos y miradas
en forma de nubes que se extinguen.

La playa azul que me pintabas,
el día claro que imaginé
en tus ojos, a la sombra de tu pecho,
se evapora como agua en mi memoria,
mientras escucho, y siento dentro,
tu gozo ausente desde lejos,
allá donde no lo puedo tocar.

Esos ojos verdes, que un día
quise acariciar con mis palabras,
me sacuden en sueños,
me reclaman en lo profundo
de mis pensamientos,
y el fantasma de tu cuerpo
me arrincona cada noche,
masturbo mi mente
y grito que no estás,
que muero, solo entre las sombras,
mientras todo cae,
sin que sepas de mí.

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