martes, 30 de agosto de 2011

Los besos que me perdí
en mi ausencia,
tú mirándome fijamente
mientras otro desata tus labios.
La locura de olvidarte,
las palabras que me guardaste
como balas al corazón.
Teléfonos que nunca suenan,
vacíos de pasillo y ecos en la casa,
el maldito tacto de tu cuerpo
en estas manos inmaculadas.
Y la realidad no existe más,
no sé distinguir lo demás de ti,
la enfermedad que me matará,
la perdición al final del camino
en que te has convertido.
Me abandonas a mi suerte,
y yo navego en los mares
de los sueños, la música y el alcohol,
perdido en la melancolía.

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