sábado, 6 de agosto de 2011

Aún queriendo hablar,
me cerraste la boca
con tu mirada lejana,
como la fiesta a la que
nadie te ha invitado,
una palabra que te atraviesa.
Y no quieres decirme nada,
me pierdo en el mar vacío
y no oigo voces, tu voz,
alrededor.

Te veré,
en cualquier otra ocasión,
y tus palabras me sabrán
vacías, sin sentido,
pero yo, cómo no,
te escucharé mentar
a aquel que te arrebató de mí,
con una puta sonrisa en la cara,
falsa como esta vida que invento.

3 comentarios:

  1. No me gustan las sonrisas falsas. No me gustan... Por qué te salen?

    ResponderEliminar
  2. Porque nunca aprendo, siempre he sido un cobarde, y no sé cómo dejar de lado eso, no sé hacerlo...

    ResponderEliminar
  3. 'nunca' y 'siempre' tampoco me gustan! porque seguro que alguna vez has aprendido algo. Y seguramente más de una vez, aunque sea de esas sueltas, has sido valiente aun teniendo miedo.
    Cuando yo no sé cómo hacer las cosas, me pongo a hacerlas, a ver cómo se me da... Prueba a no sonreír. Fíjate, yo creo que para sonreír así, de manera falsa, hace falta tener un par de huevos...

    ResponderEliminar