lunes, 12 de septiembre de 2011

Animales.
Perros, ovejas, cerdos, cerdos con alas.
Ladridos lejanos. Silbidos.
Locos caminando estas calles.

La noche extraña, confusa.
El rasgueo de una guitarra
en el frío polar.
La ciudad dormida despierta
nuestros oscuros deseos,
somos marionetas
de nuestros miedos.

Gigantes en los portales,
cobardes en las distancias cortas.
Vinilos destrozados en el suelo,
psicodelia para el corazón.
Aullidos de lobos en la ciudad,
la luna escondida.
El asfalto quema al calor de la noche;
todos tenemos miedo.

Perdidos los papeles,
todo se ve más claro;
mentiras envueltas en papel de fumar,
el humo de tu sombra.

Estrellas inmóviles,
carretera a ninguna parte.
Rock inyectado en la sien.
La locura.

El miedo, la esperanza de seguir vivos.
La desesperanza del tiempo,
inmenso, altivo,
postrado en su trono de hierro.
La vuelta al punto de partida, diferente.
No reconoces tu propio reflejo
en el cristal.
Retales de miradas acosándote.
Corres.

La puerta está abierta,
la luz entra a raudales.
Corres, antes de que sea tarde.
Cuando llegas, los pájaros cantan,
los perros ladran.

Volver es como nunca haberse ido.

1 comentario:

  1. "Volver es como nunca haberse ido"; pero somos demasiado cobardes para atrevernos.
    Me gustan tus letras.
    Saludos.

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