domingo, 4 de septiembre de 2011

Quizás esa mirada que pinté
en aquel rincón de la barra del bar
no sea más que el recuerdo
de esa última hora
que perdí contigo. 
De cuando asiste
mi alma con tus manos
en mi nuca,
y tus labios se rebelaron
contra los míos,
en fingida protesta.
De cuando olvidé
el color de tus ojos
y me lancé al vacío
de la curva de tu sonrisa,
sin tregua en esta guerra
de pega entre los dos.

Esa mirada borrosa,
transcrita en servilletas de papel,
que ahora me atormenta
y me nubla los sentidos,
se cuelga de esa lágrima
que mi copa llora,
camuflada por los brillos,
y el murmullo y las risas de la gente.
Porque a veces te pierdo,
tu voz cortada entre los golpes
de los tequilas en la madera,
mientras voy abandonando
mi noción del tiempo,
el tiempo que liquidó
tus ganas de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario