lunes, 31 de octubre de 2011

Sueño con el frío de la calle,
las luces afiladas,
las estrellas apagadas
en el cielo de esta ciudad.
Oigo el débil eco de su voz
escapándose por los recodos,
el fantasma de una mirada
perdida en la noche.
Prendo la esperanza
con la punta de los dedos,
y beso su fría mano suplicándole
un perdón que nunca merecí.
Pero, tras la ventana,
no veo más que gente pasar,
vidas e historias,
rostros y sueños;
es tarde para decir nada,
solo el silencio calma
estas ganas de gritar al mundo.

Te vas, un suspiro, un adiós.
La tarde reposada,
la luz de un octubre
que morirá contigo,
un otoño de mar revuelto
mentes por conocer,
y besos por robar.

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