viernes, 29 de noviembre de 2013

Me gusta jugar, y perderme en los caminos.
Romper con las reglas y rozar tu nariz.
Mirarte a través de mis propios ojos,
sintiendo una casi metafísica atracción
por ti.
Cada palabra que sale de mi boca
suena nueva, limpia,
blanca y matizada,
como si hablarte me redimiera
de todos los pecados y dudas
que alguna vez pudieran haber asaltado
mi ser.
Y quiero perderme en los cruces contigo,
girar las esquinas sin saber dónde vamos a llegar,
o qué va a ser de nosotros cuando la noche
se apague y seamos los únicos por las calles.
Verte caminar delante de mí,
deleitándome en tu felina, sutil y ardiente presencia,
haciéndome a la idea de que esta ciudad
esconde momentos que nunca descubriré,
y a otros me aferraré como a la cerveza fresca.
Cuando las palabras pierdan todo el sentido,
y hayamos olvidado el miedo, el terror,
de estar vivos,
te escribiré besos en el cuello y las orejas,
me perderé en tu mundo
y los momentos quemarán;
tú, felina, sutil, ardiente,
sonreirás y resquebrajarás este mundo, mi mundo,
el mundo del que siempre quise escapar,
en dos.
Otra vez.

1 comentario:

  1. Y es que eso...eso es el deseo. Las ilusiones en el borde de su boca. La ausencia del tiempo y las ganas de quemarlo.
    Me encantó!

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