sábado, 27 de diciembre de 2008

Viva la vida


¿Dónde estoy?

Peces de colores cabalgan veloces en este mar de pintura, y el oscuro sol se derrite sobre la superficie, aportando matices nunca antes imaginados al mundo. En el cielo nubes grises rompen la monotonía, con su pasear ligero y elegante, altivas y majestuosas como antiguos reyes de un imperio desaparecido.
¿Qué es esto?

El día es oscuridad, y la noche remanso de las fieras, que abandonan a sus presas aterradas por la luz de la luna, roja como la sangre, que acecha en los cielos como un vigilante sempiterno. Estrellas fugaces cruzan el universo como fuegos fatuos, parpadeantes y misteriosas como la fatídica señal de la alarma definitiva.
¿Qué está pasando?

Sueño intentando no soñar, me hundo en las ilusiones para nunca más salir; una puerta se cierra para siempre tras de mí, y dos enormes guardas se apostan junto al arco que señala la entrada al túnel. El agujero es oscuro y tenebroso, pero me introduzco en él, canturreando entre dientes una melodía de antaño. Sueño que no sueño, que la verdad que había imaginado no existe realmente... es algo fascinante.
¿Adónde me llevas?

Miles de millones de brazos y manos se agitan a mis lados, intentando siquiera rozar mi blanca piel, desesperados. El ambiente es sofocante, mas una brisa fresca y deliciosa acude a mí como invocada por el mismísimo diablo. Penetra por mi boca, mi nariz, inundando mis pulmones y haciéndome volar. Los muertos se alejan para mí, allí abajo, y yo me fundo con las sombras, en una suerte de ritual macabro.
¿Por qué...?

Oigo risas, ¿de quién serán? Con las manos en los bolsillos y cabizbajo me acerco sin gana a la baranda que me separa de ti. El contacto de mis manos con el frío mármol me produce un escalofrío, pero ya nada importa.
Abajo me esperas tú.

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