que parecen encogerse sobre sí mismas
Quieres mirarlas, pero cambian de lugar
Quieres alcanzarlas pero están demasiado lejos
Te lanzas con rabia sobre ellas
y te devuelven un golpe seco
Estás asustada... mucho
Te dejas caer en la silla
y encoges las piernas,
mirando a tu alrededor.
Bécquer, Hemingway, Steinbeck,
Huxley, Capote, Dumas, Follett,...
Impasibles, inmóviles,
aguardan en la estantería.
Jim Morrison te vigila desde la pared,
ofreciéndote una mano
que nunca vas a coger.
En tu escritorio, papeles en blanco,
poemas que nunca llegaste a escribir,
palabras que quisiste vomitar
y se perdieron por el camino.
La habitación se hace más y más
y más pequeña,
sientes un agobio sobrenatural;
quieres salir de allí,
pero tu mente ciega no te deja pensar.
Y de repente, ves la luz:
la luna, majestuosa, ilumina tu cara
Te levantas, esperanzada,
y te acercas a la ventana.
Fuera el mundo sigue su curso:
los coches pasan, la gente camina,
un murmullo constante y reconfortante.
La vida sigue igual,
pero algo en ti ha cambiado.
Y no sabes qué es.
Me encanta leerte desde que te descubrí, hoy has puesto en palabras lo que sentí estos últimos días...afortunadamente ya escapé de la habitación!
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