domingo, 16 de mayo de 2010

La tarde brilla en los rostros
de unos jóvenes sin rumbo fijo,
el sol se pierde entre rizos y rizos
de este mar tranquilo y sereno,
y las nubes compiten a ver quién llega
más lejos en el cielo;
como si no hubiera mañana,
como si nada fuera cierto,
reímos y reímos hasta que
ya casi nos duelen los huesos,
olvidando que hay una vida allá fuera,
donde el mar no es tan azul,
y todo es demasiado serio.

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