martes, 7 de junio de 2011

Cuando muera, quiero convertirme
en la ventana que te separa
del mundo de fuera,
o ser una brizna de hierba
perdida en una gran ciudad,
y volar con la brisa
que levanten tus pasos
ligeros al anochecer.

Cuando muera, quiero vivir
en el olvido de la mala gente,
acostado en un colchón de arena,
viendo desde lejos tu vida pasar
y aplaudiendo las sonrisas
que viertes por todos
y cada uno de los poros
de tu morena piel.

Cuando muera, quiero acariciar
tu mano y tu rostro,
y que el dolor de perderte
se empequeñezca con recuerdos,
dejà-vus de los momentos
que creímos perder con el tiempo,
olvidados en la playa,
con las olas del atardecer.

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