lunes, 6 de junio de 2011

Una terraza. Verano. Mar.
Dos silencios que se cruzan,
sonrisas escondidas
tras los ojos.
La marca del vestido
en tu hombro,
mi mirada cautiva
de la línea que el sol dejó
sobre ti;
me descubres absorto,
y sonríes.
Un corazón roto
que la brisa recompone,
tu silla junto a la mía,
almas a dos centímetros.
La noche profunda.
Un abrazo. Un murmullo
cercano,
olor a hierbabuena
y tu pelo;
una caricia en los ojos,
en la boca, en el cuello,
la música que nos llena.
Dos bocas que se pierden
en el abismo de los sueños.

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