domingo, 22 de abril de 2012

Se cuela la brisa entre mis sábanas,
y brillas, cientos, miles de estrellas
titilando en el mar,
una mañana de verano.
De anoche recuerdo
la conversación en el jardín,
buscando los lugares comunes,
investigándonos,
arañándonos sonrisas
bajo la luz del candil;
estábamos en nuestro sitio,
en nuestro momento,
y yo quería celebrarte,
celebrar la noche
y las dos o tres cervezas
que nos embriagaban.

Es casi mediodía.
Adormecido por el murmullo de las olas,
veo gente caminar;
les echo de menos,
perdidos en algún lugar,
la nebulosa,
quizá me perdí de ellos.
Destellos intermitentes del sol
en tus gafas,
me invitas a comer
en aquel lugar en que te conocí,
y de buena gana abandono mis pensamientos
y el cobijo de la arena.

Somos infinitos.

1 comentario:

  1. Me encantan los escenarios a los que me llevan tus textos y también las sensaciones que describes. Ser infinito debe ser brutal...

    ResponderEliminar