martes, 24 de septiembre de 2013

Eres lo que no decides.
Todo aquello que, entre líneas,
quieres entender,
porque nada es directo.

Qué fácil es pensar,
qué inmensamente fácil
es no hacer,
permanecer,
conformar tu vida
de momentos que son ideas,
proyectos, castillos
en el aire.

Piensas, olvidas, vuelves
a recordar.
Los minutos corren deprisa,
una estampida de posibilidades
esfumadas en lo que tardas
en saber lo que quieres.

Quieres, y lo sabes.
Y no haces.
Y mil cuchillos,
mil flechas envenenadas,
mil aullidos lamentosos
te hieren en tu indefensión.

Corres, te escondes,
te escudas,
un muro alto como las puertas
del cielo,
impenetrable y grueso;
oscuridad e impotencia.

Pero en el instante en que
lo ves, y no piensas,
y haces, y gritas,
y lloras por dentro,
la adrenalina reptando
por tus venas.

Un paso minúsculo,
piernas infinitas recorriendo
el espacio de una decisión;
si todo se queda en ti,
algún día,
tú serás todo lo que tengas.

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