jueves, 23 de enero de 2014

Si algo he aprendido,
si alguna idea se ha refugiado
en mi mente,
es que la mentira corroe.
Que el nervio constante
de una vida de mentiras
oprime tus esperanzas,
tus ganas y fuerzas
para ser alguien decente.
Que es fácil mentir,
y gratuito,
que eres fuerte, invencible,
hasta que no lo eres.
Que basar tu existencia
en vivencias que nunca fueron,
amores en los que nunca creíste,
personas que nunca te marcaron
es triste,
pero más triste es llegar a ser feliz,
o creer serlo (pues nunca lo serás),
cuando esas mentiras ya no son
accidentales,
sino parte de ti.
Que el ridículo más inmenso,
la humillación más extrema,
no es que la verdad salga a la luz
(siempre lo hace),
sino encontrarte solo, en el pozo,
vacío,
con las paredes de tu alma
oxidadas y manchadas de mugre.

El vacío cuando ya no queda nada,
cuando lo importante llama a tu puerta,
cuando los amores perdidos,
las personas que dejaste,
no van a volver.
Porque tú las has apartado de ti,
con tu vida de mentira,
con tu sonrisa de mentira,
con tus sentimientos de mentira.
Y mientes porque todos mienten,
porque no puedes ser menos que ellos,
pudiendo ser muchísimo más.
Y te regodeas y eres víctima
de tus propios miedos,
esos que no te dejan ser tú,
el alma que a gritos intenta ser libre,
esa alma pura y blanca,
que sueña con sentir paz.

Porque una vida de mentira no es vida,
porque unos sueños que no son tuyos
se convertirán en pesadillas,
y, al final, crearás,
y todo lo que crees se derrumbará ante ti,
porque nada dura,
nada haces que pueda durar,
todo es falso, todo son papeles mojados,
promesas incumplidas,
comodidades y alimentos del ego.

Si algo he aprendido
es que merece la pena vivir.
Sin trampa ni cartón,
ni dobles fondos o falsas moralidades.
Con la mentira por bandera,
ningún barco llega siquiera a puerto.
Si algo he aprendido
es que esta vida es una y solitaria;
que aunque nadie más quiera,
que aunque nadie más lo haga,
yo la haré mía, y seré libre.

2 comentarios:

  1. sigues escribiendo genial.
    ¿te acuerdas de mi?

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    1. Claro que me acuerdo, María, aunque te hubiera perdido la pista hace ya mucho. Mil gracias... ¿te animas a escribir?

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